La mayoría de las familias que debido a las dificultades de su hijo consultan un especialista en salud mental infantil, seguramente no habrían contemplado la posibilidad de acabar teniendo un tratamiento farmacológico
Los psicofármacos están a menudo asociados a los adultos, a la gravedad y cronicidad. Esto solo suele pasar en trastornos mentales, ya que en otras especialidades médicas no se genera tanta incertidumbre a la hora de tratar farmacológicamente un niño.
Uno de los factores que condicionan que los padres sean reticentes a un tratamiento es, la expectativa que tienen al pensar que los tratamientos psicoterapéuticos son suficientes para que mejores los niños. En la mayoría de casos, esto puede ser cierto pero, cuando la funcionalidad del niño con TDAH se ve muy alterada ya sea por la conducta, el rendimiento escolar o por el desajuste emocional, el riesgo de no tratar puede significar que aparezcan complicaciones, empeoren aspectos preservados (autoestima, aprendizajes, relaciones sociales) o se cronifiquen actitudes inadecuadas tanto del niño como de los adultos.
Valorar aspectos preventivos de cara a la vida adulta es también un punto importante a señalar.
En el caso del TDAH los fármacos regulan el nivel de neurotransmisores cerebrales de tal manera que se reducen los síntomas como inquietud motriz, impulsividad y mejoran la concentración y atención. Es decir que la funcionalidad del niño se restablece.
Debe fundamentarse en una hipótesis diagnóstica que identifique de manera exhaustiva los diferentes factores tanto psicológicos, biológicos, como sociales que han incidido en desajustar la salud mental del niño y en una definición precisa de los síntomas sobre los que hay que actuar.
Como dice E. Torras:
«Tratar es poner en marcha todas aquellas gestiones asistenciales válidas para promover la buena evolución, modificar las dinámicas que obstaculicen y desarrollar aspectos sanos que permitan impulsar la potencialidad evolutiva».
Entre este abanico de actuaciones tiene un papel significativo la farmacología. Para conseguir el éxito terapéutico los padres deben estar debidamente informados. Es importante partir de una relación de confianza con el especialista. Durante el tratamiento la accesibilidad al profesional garantiza que se puedan consultar dudas y aclararlas.
La duración del tratamiento también genera incertidumbre. Hay que decir que los tratamientos para TDAH son en general muy seguros y en ningún caso pueden ocasionar dependencia.
La farmacoterapia debe formar parte de un plan terapéutico amplio, que contemple todos los aspectos de la vida del niño
La actitud de los padres durante el tratamiento es importante para garantizar su eficacia. Las familias deben comprometerse a seguir las instrucciones, no interrumpir el tratamiento por su cuenta y estar atentos a posibles efectos secundarios. Tenemos que intentar no hacer comentarios ambivalentes o desconfiados delante de los niños. Esto provocaría que el niño o niña no se tomara en serio el tratamiento. Incluso podría provocar que le tema. En el caso de adolescentes, que puedan engañar a los padres y abandonen el tratamiento.
Los especialistas solicitarán todas aquellas exploraciones médicas previas al tratamiento que consideren oportunas, así como el fármaco más adecuado para cada paciente o en algún caso combinaciones entre varios medicamentos.
En ningún caso se debe utilizar la farmacoterapia en sustitución de otros tipos de intervención
Cuando el psiquiatra y prescriptor lo crea necesario, podrá utilizar otros medicamentos si existen trastornos comórbidos asociados al TDAH. Este tipo de fármacos suelen ser poco aceptados por las familias, sobre todo por el tipo de indicaciones descritas en los prospectos que se alejan del diagnóstico inicial. Insistimos, la confianza con el profesional será crucial para entender y aceptar diferentes opciones farmacológicas.