Los niños deben afrontar el duelo de la pérdida de unos padres que se ocupaban de él conjuntamente. También les surge el miedo de si le/la seguirán amando igual.
La separación de los padres nunca es fácil. Afecta especialmente a los niños ya que tienen que adaptarse a una situación nueva y difícil. Normalmente la separación llega después de un tiempo de deterioro en la relación de pareja. Aunque pueda suponer un alivio y el final de una situación de tensión, siempre supone un importante impacto emocional para los hijos e hijas. Los padres y madres lo pasáis mal pero vuestros hijos e hijas también.
Por eso hay que dejar claro que la decisión la habéis tomado vosotros porque no os entendías, pero que ellos no son responsables. Pero sobre todo, que siguen siendo tan importantes para vosotros como antes. Aunque no compartiréis tanto tiempo juntos, los seguís amando igual. Igual que no os olvidáis ni los dejáis de amar cuando están en el cole o en casa de los abuelos, etc.).
Los padres debéis seguir manteniendo el mismo grado de responsabilidad y compromiso con los hijos.
Hay que hablar a los niños con sinceridad explicándoles que sus padres no volverán a vivir juntos. Conviene explicarles cómo será la organización a partir de ahora, donde vivirán, quién les llevará al colegio, como os comunicaréis, etc. Aunque no hay que dejarlo todo atado desde un inicio.
Cuando es posible, lo mejor es explicarlo conjuntamente antes de que uno de los dos se vaya de casa.
Seguramente al principio os costará a todos adaptarse a la nueva realidad y hay que tener cuidado en no idealizar la nueva situación. Se tiene que ayudar a los niños a verbalizar sus sentimientos y pensamientos y aceptar las emociones de rabia, miedo, malestar, etc. Aunque tampoco os debe inquietar si el niño aparentemente no muestra malestar ni tiene necesidad de hablar mucho. Hay que aceptar su ritmo y sus necesidades sin forzarlo. Es posible que los niños muestren su desacuerdo o problemas asociados con la separación un tiempo más tarde, cuando toman conciencia de las consecuencias de los cambios y sienten a los padres bastante tranquilos para asumir esto.

Niño rompiendo un dibujo de sus padres. Foto via: Freepick
Ante la separación es natural que se agudicen sentimientos de desconfianza, resentimiento, reproches y dolor para con la pareja. Es necesario que estos sentimientos no interfieran en la relación con los hijos y que no les transmitáis vuestro malestar ni descontento con el otro. No debéis hablar mal, descalificar o criticar al otro delante de los niños. Los padres debéis contar con interlocutores (familiares y/o amigos) que os ayuden a elaborar las emociones y sentimientos que se despiertan en la separación y a entender las motivaciones propias y del otro. Así como, a pensar qué es lo mejor para los niños en cada momento. En estos momentos de pueden aparecer quejas hacia la ex pareja que pueden escuchar los hijos, por ejemplo, cuando habláis por teléfono o tenéis una conversación mientras ellos parecen distraídos por otras cosas.
Hay que estar alerta y ser prudentes de cómo y cuando hablamos de situaciones complicadas.
Algunas parejas se separan de forma bastante acordada y cuidadosa, pero en otras hay un poso de resentimiento y agravios vividos muy grande, en uno o los dos miembros. Esto hace muy complicado el control de la expresión de los sentimientos delante de los hijos. Hay que procurar mantenerlos al margen de nuestro malestar. Si uno siente que está especialmente atascado conviene consultar con un psicólogo.
Es importante velar para que se mantenga la relación con la familia extensa (abuelos, primos, etc.). Así garantizamos el máximo de estabilidad en el entorno del niño y en las relaciones importantes para él. De hecho, cuantos menos cambios (y pérdidas) acompañen la separación, mejor: intentar mantener la misma escuela, las actividades extraescolares, las rutinas con la familia extensa, etc. También es conveniente informar al/la maestro/a lo antes posible para que pueda dar apoyo al niño y acompañarlo desde la escuela.
Es oportuno también tener en cuenta que en un inicio de la separación se puede necesitar dejar dormir el hijo/a con el padre o madre para hacerse compañía mutuamente. Esta situación, cuando se alarga, puede complicar la llegada de una nueva pareja. El niño puede notar que esta nueva llegada le ‘saca de su cama’.
En el caso de que uno de los dos progenitores formen una nueva pareja, se deben evitar comentarios que intenten sustituir al otro, por ejemplo, llamarle papá o mamá. Si la nueva pareja tiene otros hijos conviene que encontréis momentos para estar a solas con vuestros hijos De esta manera tendrán la experiencia de ser únicos para vosotros. Hay que dar a los niños un tiempo para adaptarse a la nueva situación, pero si pasado éste persisten cambios en su comportamiento o síntomas que os preocupan, hay que pedir la ayuda de un profesional.
Tened en mente que para que el niño se sienta seguro en su crecimiento emocional necesita el afecto de ambos progenitores.
Tened en cuenta que en el modo de vivir la separación incide la edad y la personalidad de cada niño/a pero también, y de una forma importante, el cómo los padres vivís y enfocáis esta separación.