A veces hablamos sobre el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad sin saber qué es ni cómo tratarlo
En el ámbito de la Salud Mental infanto-juvenil hay dos patologías que parecerían marcar esta época de cambio de siglo: una es el Trastorno del Espectro Autista (TEA) y el otro es el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). Ambas parecen haber traspasado el ámbito de lo científico, profesional, para llegar al debate social. En el caso concreto del TDAH, a menudo es motivo de controversia su etiología, su tratamiento, etc. ¡¡Incluso su propia existencia!! No es que la confrontación dialéctica sobre temas relacionados con la salud mental sea en sí misma negativa, pero sí que encontramos que en el caso del TDAH a menudo está cargada más de ideología que de conocimiento, más de a priori que de evidencias clínicas.
Todos los niños que se mueven mucho no tienen porqué tener TDAH
Intentar entrar en estos debates sobrepasa las posibilidades de este pequeño artículo, en el que sólo quisiéramos dar una información básica que pueda orientar a padres y profesionales de otros ámbitos interesados en el tema.
¿Qué es el TDAH?
La 5a edición del Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM-V) lo defino como un “patrón persistente de inatención y / o de hiperactividad-impulsividad que interfiere en el funcionamiento escolar o laboral y en el desarrollo”. Estas conductas deben estar presentes antes de los 12 años y el mismo manual da una prevalencia del 5% en niños y el 2’5% en adultos. Por lo tanto, la triada sintomática del TDAH es:
- INQUIETUD PSICOMOTRIZ: cantidad excesiva de conducta motora o verbal por lo que es esperable.
- IMPULSIVIDAD: Acción sin pensamiento previo.
- DÉFICIT ATENCIONAL: incapacidad para seleccionar y retener la información relevante.
¿Cómo puedo saber si mi hijo tiene TDAH?
Los síntomas más evidentes se ven en niños que no paran de moverse, que a menudo no aguantan sentados demasiado tiempo, que no paran de hablar, les cuesta esperar su turno, se meten en las conversaciones de otros, pueden ponerse en situaciones de riesgo sin darse cuenta, les cuesta entretenerse con un juego, rechazan hacer deberes o estudiar, son muy desorganizados, se olvidan a menudo de consignas, pierden materiales con frecuencia, etc. Es evidente que con el funcionamiento descrito a menudo presentan problemas escolares, relacionales y emocionales.
El TDAH tiene una prevalencia del 5% en niños y el 2,5% en adultos
En cuanto a las causas del trastorno, en nuestro servicio seguimos un modelo bio-psico-social, integrador, desde lo que podríamos suscribir las palabras de Bierdman, J. (2005):
“Las hipótesis sobre las causas del TDAH han evolucionado desde de una teoría simple, unicausales, a una visión compleja, de un trastorno multi factorial, causado por la confluencia de factores de riesgo (genéticos, biológicos, del entorno, psicosociales) que tienen, cada uno, un efecto en el aumento de vulnerabilidad al trastorno, a través de efectos interactivos y aditivos
Por último, una nota de precaución. Parece un trastorno “fácil” de diagnosticar. No lo es. No todo niño que se mueve muy tiene TDAH. Los niños expresan su malestar más a través de la conducta que de la palabra. Así bajo la apariencia de un niño hiperactivo pueden existir otras psicopatologías. Deberíamos evitar, por tanto, poner etiquetas precipitadas que a menudo no ayudan al niño.